miércoles, 16 de junio de 2010

Memorias de un hombre común

Octubre veinticuatro de dos mil seis
El amigo Guido, quien hace poco llegó de Mántova, Italia, luego de intervenir en la celebración de los dos mil veinticinco años de la muerte del poeta latino Virgilio -para quienes no lo saben por leer sólo las tiras cómicas de Condorito, Virgilio escribió La Eneida, poema costumbrista de la época- me comentaba sobre la intervención de un investigador alemán, quien dictó una conferencia en latín con un argumento central que es político. Sustentado en el poema que acabo de citar, el alemán concluía que después de más de dos mil años todo es igual. Que los problemas de la humanidad son los mismos ayer y hoy y las soluciones que se adoptan son iguales. El hombre, como permanente hacedor de cosas, ha cambiado el aspecto del mundo por acumulación de artefactos. En nuestra vida de hoy estamos llenos de cosas, como aviones y billeteras; automóviles y desodorantes; computadores y pipas de gas; cruceros y palillos de dientes; plasmas y paracaídas;  puentes y aipods. En cambio las relaciones de poder político y sometimiento de clase permanecen intactas. Una clase privilegiada que gobierna y se defiende de sus opositores con las armas a su alcance, que no son pocas; una clase social mayoritaria que es gobernada y sometida a las malas y nunca alcanzará el poder por las buenas.

Artistas que se mueren de hambre, haciendo ver la parte bonita de la vida al resto de los mortales; sólo algunos pocos -no siempre los más talentosos- alcanzan el reconocimiento en vida por gracia de los mecenas de la época, comerciantes y traficantes de esta. Las intrigas palaciegas y las acusaciones de corrupción son idénticas, cambian los personajes y el medio de enriquecimiento. Los crímenes perpetrados por la clase gobernante quedan en la absoluta impunidad cuando no aparece un chivo expiatorio, un entelerido que tiene de criminal el haber estado en el sitio donde el investigador hacía sus pesquisas. Cuando aparece el chivo lo llevan apachichao al matadero y se hace el despliegue de tal forma que los verdaderos culpables son absueltos al erigirse en verdugos.

El investigador alemán, todo parece indicar, tiene razón. Basta que visite esta tierra de poetas y ladrones para que vea que nosotros en breve lapso hemos cambiado para seguir igual. Cada cuatro años elegimos a un presidente que tiene de novedoso que es peor que el anterior y recientemente lo reelegimos para romper esa constante: ahora es igual al anterior. En el Congreso de la república se jubilan los senadores y representantes; el único factor de cambio es la muerte natural. Los elegimos jóvenes cuando son audaces y prometen grandes transformaciones y los seguimos eligiendo hasta la vejez cuando las transformaciones se volvieron estables.

“Hay que defender los cambios realizados; debemos ser rebeldes en oposición a los nuevos rebeldes que todo lo quieren cambiar”.

“¿Quién dijo que no hay revolución en mantener la buena vida? Los términos semánticos nos permiten permanecer rebeldes toda la vida, así diga mi sobrino chiquito, que ya escribe para la gaceta escolar, que yo soy godo. Pues no, el godo es él, que todavía chupa tetero evenfló ”.

En esto somos artistas que no requerimos patrocinador; ¿si ven?, ya no decimos mecenas. Algo ha cambiado; pero todo sigue igual.